domingo, 13 de julio de 2008

Setenta y uno.


Una de las ventajas de las ciudades pequeñas es que la mayoría de cosas y personas acaban pasando por debajo de tu casa. Como la de Cecilia, la mía dispone de un balcón grande. O de una terracita pequeña, dependiendo del uso que se quiera hacer en cada momento. El mirador se levanta cuatro plantas por encima del cruce de cinco calles. Una principal que corta el paseo y el resto, a ambos lados del mismo, que van a desembocar en ésa. Para cualquier persona que esté un rato asomada, a cualquier hora del día o de la noche, puede llegar a ser un espectáculo. Para mí, que además de curiosidad tengo un poco de imaginación, es una fuente inagotable de inspiración que se convierte en casi nada a la hora de querer dejar constancia de lo que sucede.

En estos días pasados de calor, algarabía y desconexión he ganado muchas horas sentada a la fresca, leyendo, cosiendo, tejiendo, fumando, pensando, merendando o, simplemente, observando. A diferencia de mis vecinos -que tienen la mayoría aire acondicionado- para mí el balcón grande (o la terracita pequeña, depende del uso que se quiera hacer en cada momento) es una parte habitable de la casa. Que no sólo me refresca sino que me brinda la ocasión de enriquecer día a día mi ya extensa galería de personajes imposibles.

3 comentarios:

CarmenS dijo...

¿Qué te voy a decir yo? Los balcones son, como en los corrales de comedias antiguos, un lugar privilegiado para ver el espectáculo de la vida, para imaginar y fabular lo que ves a tus pies. Mi infancia transcurrió junto a un balcón, varios balcones, y mis recuerdos de esos balcones se mantienen vivos en mi memoria. Para mí significan también una conjunción de pasado y presente, de imaginación y realidad. Además son un sitio estupendo para leer, para tomar el sol, para pensar...

Anónimo dijo...

El balcón, la terraza, es ese lugar de transición entre lo íntimo y lo público, y las dos cosas se mezclan,y dan lugar a ese espacio mestizo del que sólo pueden salir cosas buenas.
De tu post anterior, casi ni lo miré. Me he puesto tan foca desde que la inactividad me tiene presa, que lo que huela a chocolate, mejor ni verlo... (y ya lo siento, ya)

horabaixa dijo...

Hola Memoria,

Una ventana al mundo. Al menos a nuestro mundo. Parece poco pero es más importante de lo que creemos.

Un abrazo